La Navidad ha servido de marco e inspiración para grandes historias, pero también para pequeñas. Incluso, para las más pequeñas: los microrrelatos, que en unas líneas son capaces de condensar toda el alma de una historia conmovedora, sorprendente, terrorífica, impactante, emotiva, hilarante o absurda. Aquí os dejo unos cuantos, por si os apetece leer algo entre turrón y turrón.
¡Felices fiestas a todos!
Y para empezar, mi preferido, del escritor urugayo Eduardo Galeano que este mismo año que se nos acaba nos dejó. Yo casi me lo sé ya de memoria, y aún así, no puedo leerlo sin emocionarme
por EDUARDO GALEANO
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En
vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban
sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el
cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para
festejar.
Hizo
una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en
eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de
algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba
atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo.
Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que
pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño- Decile a alguien, que yo estoy aquí.