sábado, 13 de febrero de 2016

Poemas de amor


La poesía ha sido desde siempre el cauce más apropiado para expresar  el amor...Y así, los poemas de amor han servido, desde hace  cientos (incluso miles) de años, para gritarle al mundo que uno está enamorado, para desahogar el dolor por el rechazo, el engaño o la pérdida del amor, para expresar la esperanza o la duda del "me quiere o no me quiere" o el "por favor que me quiera", para recordar aquel que pasó hace tiempo, e incluso, para declararse y, quién sabe, conquistar a la persona que nos quita el sueño... Porque, ¿a quíén no le gusta recibir un poema de amor?

Así que de San Valentín es la excusa perfecta para reunir y compartir nuestros poemas de amor favoritos. Pueden ser propios o ajenos, anónimos o de autores conocidos, antiguos o modernos... Yo os dejo aquí algunos de los grandes y más conocidos poemas de amor en castellano, pero tenéis los comentarios abiertos para que vosotros traigáis aquí, si os apetece, vuestro poema de amor preferido, por el motivo que sea.

Así que aquì tenéis algunos de los poemas de amor más famosos de la historia de la literatura española. Algunos serán completos, otros serán fragmentos de un poema más amplio. Algunos os gustarán más, otros quizás menos, pero recordad que si han gustado tanto a cientos de personas durante siglos, por algo será.
Empiezo con un poema de  uno de los poetas de amor por excelencia: Pablo  Neruda. Este es uno de los cien sonetos de amor que le dedicó a su esposa, Matilde:

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.


Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.


Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,


sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Otro poema precioso y muy sencillo es obra de un escritor uruguayo muerto hace unos años, Mario Benedetti, uno de los poetas más queridos, admirados y leídos de la actualidad que no deberíais perderos (su antología "El amor, las mujeres y la vida" es una forma estupenda de aficionarse a la poesía, de verdad), habla de esa ilusión tan especial que produce la inminencia del reencuetro con la persona que queremos tras estar un tiempo sin verla, y se titula "Todavía":

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría


palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo


tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto


nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa


sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía


pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro


y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido


y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.

En otro poema, titulado "Mucho más grave", Benedetti le agradece a la persona que ama que cambiara su vida y le enseñara qué es el amor, al que describe con una metáfora preciosa:




Porque gracias a vos he descubierto,
(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van
Pero vos,
Por favor,
No te vayas




El poeta granadino Luis García Montero hizo esta preciosa declaración de amor en unos pocos versos. La declaración de un amor capaz de esperar toda la vida. Como dicen que solo puede hacer eso que llaman "amor verdadero":






Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.





Otro precioso poema de amor se lo debemos a Luis Cernuda, poeta de la Generación del 27 muy influido por Bécquer, y reivindica la libertad de amar, de poder proclamar a quién se ama y de permanecer preso en ese amor...

...Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.


Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

De Gustavo Adolfo Bécquer (no podía faltar aquí) os dejo tres de sus más famosísimas Rimas (que son en sí mismas una selección imprescindible de los mejores poemas de amor en castellano): una que habla de amor esperanzado, otra que habla de amor feliz, y otro que habla de un amor que ha terminado por el motivo más triste: el orgullo:

Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.



Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...,
¡hoy creo en Dios!


Asomaba a sus ojos una lágrima 
y a mi labio una frase de perdón; 
habló el orgullo y se enjugó su llanto 
y la frase en mis labios expiró. 

Yo voy por un camino, ella por otro; 
pero al pensar en nuestro mutuo amor, 
yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?» 
Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?»

Pero  El gran poeta del amor de la Generación del 27 fue Pedro Salinas. Por ejemplo, en este expresa la incertidumbre (y el temor) del que ama dándolo todo pero sin recibir la misma respuesta por parte de la persona amada...

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.


Jaime Gil de Biedma, poeta de mediados del siglo XX, también escribió un largo poema donde reivindica el llenar la vida de amor y de amores, y donde canta a ese amor que dura en el tiempo, y que espera que dure hasta el final de sus días,  titulado "Pandémica y celeste", y cuyo final es precioso...

...Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.

El mexicano Jaime Sabines tiene un precioso poema en prosa donde expresa la esperanza de curarse de una de las enfermedades más dolorosas: el desamor.

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Otro de los grandes poetas amorosos de toda nuestra historia vivió en el siglo XVI, y fue el prototipo de caballero poeta, de valeroso hombre de armas y apasionado hombre de letras, Garcilaso de la Vega, cuyo amor imposible por una de las damas de la reina, la portuguesa Isabel Freyre, se convirtió en el mito que late detrás de sus versos.  Entre ellos podemos leer cosas tan bonitas como este poema, en el que le dice que en realidad es ella la que escribe toda esa poesía en su alma (un poco, como decía Bécquer en su "Poesía eres tú...")


Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero


El Romancero (aquellos poemas que la gente aprendía de memoria, y se podían escuchar por todos los rincones de nuestra tierra durante los siglos XIV, XV y XVI) nos dejó también algunos poemas amorosos con ese encanto tan especial que tiene la sencillez de la poesía popular. Por ejemplo, este Romance del Conde Niño, que en algún cancionero en el que se conserva lleva por título "Amor más poderoso que la muerte" / y que es muy popular también con una leve variación: "Romance del conde Olinos" Las cosas de la transmisión oral.... Preciosa historia con aire de cuento en la que nadie ni nada, ni siquiera la muerte, puede hacer que el amor termine:

Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.


La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.


Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.


De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.


La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.


Esta misma idea la desarrollaría en el siglo XVII Francisco de Quevedo, en uno de los poemas más famosos de nuestras letras, en el que dice que sí, que morirá, pero que la muerte no podrá con su amor, porque su amor pertence al alma y, como ella es inmortal y llegará más allá del fin de su cuerpo, que sí, será polvo. Pero polvo enamorado, porque ha amado, y  el amor  que dura y perdura en el alma era para él la fuerza poderosa que no sólo da sentido a nuestra vida,sino que puede vencer a misma la muerte.Si hay un alma que perdura más allá, a ella pertenece el amor y, sin duda, perdurará también en ella.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;


mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.


Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:


su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.


En otro poema, Quevedo intentará definir qué es el amor (casi nada... un valiente, sin duda, este poeta), y lo hace mediante oxímoros (ya sabéis: un adjetivo que se aplica a un sustantivo que le es contradictorio). Porque efectivamente, pocas cosas tan contradictorias como el amor: que nos da la mayor de las felicidades y el mayor de los sufrimientos, da sentido a nuestra vida y puede hacernos sentir que la vida no tiene sentido sin la persona amada, ilumina la vida y la oscurece, nos hace libres y grandes, porque saca lo mejor de nosotros mismos, y nos hace presos del otro, dependientes, y pequeños, y frágiles... Leed con atención el poema, porque tiene frases realmente preciosas.. "Un andar solitario entre la gente", por ejemplo. Perfecta descripción de lo siente uno cuando está enamorado. ¿Verdad?


Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.


Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.


Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.


Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo

Y esto mismo, definir el amor en teoría, es lo que intentó otro poeta contemporáneo, Lope de Vega, que era todo un experto en el amor en la práctica. Porque él vivió el amor (bueno, muchos amores) con toda su intesidad y todos sus "azares"(por algo su vida ha inspirado una película, y daría para inspirar unas cuantas más) . Como buen conocedor del amor, lo describe también como una sucesión de contradicciones, pero termina con la mejor definición posible. Porque, ¿qué es el amor? Quién lo probó, lo sabe.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.





Porque tal vez solo es posible saber qué es el amor si se ama. Y tal vez solo se pueda expresar realmente bien el amor mediante la poesía...

Y para terminar, uno de los más bellos poemas de amor (o su reverso inevitable... el desamor) que se han escrito en castellano, justamente admirado, leído, recitado, homenajeado y hasta imitado: el que cierra los"Veinte poemas de amor" de Neruda y aparece inmediatamente antes de la canción desesperada, para evocar al amor justo en el momento en que se acaba:



Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Ahora  es vuestro turno...




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