martes, 7 de marzo de 2017

Mujeres y letras



Este vídeo (tráiler de una película para televisión sobre la figura de Dª Emilia Pardo Bazán, titulada "La condesa rebelde") refleja muy elocuentemente las trabas que durante siglos (más bien milenios) encontraron las mujeres para incorporarse a actividades tradicionalmente reservadas para hombres, que, resumiendo, eran todas aquellas que no tenían que ver con el cuidado de la casa, los hijos o el campo. Especialmente, toda formación o actividad intelectual, y entre ellas la literatura, era un terreno vedado para el género femenino, que ya la literatura medieval describía, en boca de Melibea, como "encogido y frágil".

Así que en los alrededores de este 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora, es justo y necesario recordar a todas esas mujeres valientes e inasequibles al desaliento, los desprecios y hasta las burlas, que fueron abriendo el camino por el que hoy transitamos todas las que trabajamos con las letras y amamos la literatura, y la literatura escrita por mujeres, que durante siglos (más bien milenios) fue una rara excepción,


Ciñéndonos a la literatura en castellano, no será hasta el siglo XVI y su Renacimiento cuando encontremos a una mujer excepcional y polémica, Teresa de Cepeda y Ahumada, o sea, Santa Teresa de Jesús, que escribió obras morales y místicas, y poemas en los que trataba de volcar sus extraordinarias experiencias místicas, que eran, como su dedicación a  las letras, una insólita excepción. En el XVII aparecen Sor Juana Inés de la Cruz, pero al otro lado del charco, en México, por entonces colonia del imperio español, que escribía poemas (reprochando en algunos a los Hombres necios que acusáis /a la mujer sin razón /sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que juzgáis...),   y  María Zayas, escritora de novelas cortas que se imprimieron con gran éxito hasta que en el XVIII terminaron prohibidas por la mismísima Inquisición.

En el XIX, la poetisa Rosalía de Castro publica sus poemas melancólicos y a veces reivindicativos gracias a la protección y el empeño de un hombre excepcional, su marido Manuel Murguía; a mediados encontramos a Cecilia Bohl de Faber, hija de un embajador que escribe y publica bajo el másculinísimo pseudónimo de Fernán Caballero (para sortear recelos ante su firma femenina); a la poetisa Carolina Corononado y ya por fin, en la segunda mitad, emerge la figura enérgica y decidida de Doña Emilia Pardo Bazán, que utilizó su provilegiada situación socioeconómica como miembro de la nobleza gallega, educada en el saber y la libertad por su padre, para formarse libremente y convertirse en la primera escritora profesional y una de las primeras feministas activas y consciente de la necesidad de la lucha y el ejemplo, y que además logrará vivir de sus artículos (más de 1500), relatos y novelas, todos maravillosos, todos de una modernidad extraordinaria. Por si esto fuera poco, fue la primera mujer en dar clase en la Universidad (aunque en su primer día sólo acudió un alumno a su clase). Fue además coetánea de otra de las primeras feministas que reivindicó la educación, la cultura y el acceso a las letras como claves de la conquista de la igualdad para las mujeres: Doña Concepción Arenal.

En el siglo XX es de justicia también recordar a las poetisas y artistas vinculadas a la Generación del 27, como Maruja Mallo o Margarita Manso, de nombre ninguneado por la historia y la literatura, y conocidas como las sinsombrero por involucrarse en el acto transgresor y simbólico, en el que participaron también Lorca y Dalí, de pasearse por la madrileña Puerta del Sol quitándose el sombrero, gesto simbólico de liberar las ideas y el pensamiento.

En Hispanoamérica hemos de recordar a grandes poetisas, como Alfonsina Storni, Gabriela Mistral,  y posteriormente, Gioconda Belli o Alejandra Pizarnik, o la maravillosa novelista Isabel Allende (que ahí sigue, estandarte y bandera de lo que se llama, a veces despectivamente -lo que son los prejuicios y la ignorancia heredada- ,"literatura femenina" o "literatura de/para mujeres"). 

Cómo olvidar también la ingente labor lingüística y cultural de la aragonesa María Moliner, autora de un importantísimo diccionario, mientras en la triste España de la posguerra y el Franquismo, serán imprescindible las figuras de Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite. y un poco después, Ana Rossetti o Gloria Fuertes. De hecho, no será hasta 1979 cuando una mujer, Carmen Conde, ocupe por primera vez un sillón de la RAE (y eso que la Pardo Bazán lo había intentado con empeño) .  

Hoy son ya muchas las mujeres que publican libros y artículos, y encabezan listas de ventas, lecturas y hasta premios (como Rosa Regás, Soledad Puértolas, Elvira Lindo, Rosa Montero, Lucia Etxebarría, la última premio Planeta, Dolores Redondo, o, en literatura juvenil, nuestra Ana Alcolea). Y sí, ya sé que hay muchas más, pero por suerte, es imposible, aunque sea injusto, nombrarlas a todas. Para eso dejo los comentarios, para que alguien se anime y hable de alguna de las que me dejo en el tintero (y comente lo que le apetezca sobre ella: de su obra en general o de alguna en particular, su figura personal, su biografía, alguna anécdota, su opinión sobre ella, lo más curioso o destacable...)

Pero también es el momento de recordar el papel que la literatura tradicional asignaba a las mujeres: aparte del tradicional cristiano y grecorromano, como origen del mal, el pecado y la tentación (desde la Edad Media hay toda una corriente de literatura moral directamente misógina, vinculada a la tradición cristiana), en el mejor de los casos era amada, alabada y deseada, pero casi como un objeto, sin voluntad ni sentimientos ni deseos propios, ni -por supuesto- derecho a actuar por sí misma, que además tenía la obligación de rechazar, no corresponder jamás a  ese amor y ser desdeñosa si quería ser "virtuosa" y no fuente de deshonra para su padre (y después su marido, al que casi nunca elegía). Y esta es la imagen en poemas, obras de teatro y novelas cultas (la tradición popular es algo más abierta).

Son pocas las mujeres a las que en literatura se les permite tener energía y voluntad antes del XIX, pero ahì están las excepcionales figuras de la Celestina (personaje complejo y fascinante donde los haya), la joven y enérgica Melibea, alguna de las secundarias del Quijote y protagonistas de novelas cervantinas, o la Rosaura de La vida es sueño  de Calderón. En el XVIII ilustrado sera curiosamente un cura, el Padre Feijoo, el que reivindique la necesidad de permitir que las mujeres reciban la misma educación y oportunidad de desarrollar su intelecto que el hombre (con razón fue venerado por la Pardo Bazán) , y ya en el XIX, después de que los románticos la situaran en el terreno del imposible o de la mujer fatal peligrosa, serán los escritores realistas  (Galdós, Valera, Clarín) los que denuncien en sus obras el tremendo e injusto papel a las que las relegaba la sociedad, y las novelas se llenarán de personajes femeninos que son casi una denuncia en sí mismos de esta situación, y que muchas veces copan los títulos de las obras: Fortunata y Jacinta, Marianela, Viridiana, Tristana, Pepita Jiménez, Juanita la Larga, la Tribua o la Regenta.

El papel de la mujer en la literatura cambiará progresiva y proporcionalmente a las conquistas del feminismo ya en el siglo XX. Pero eso lo dejo para los eventuales lectores de este blog (y estoy pensando especial aunque no necesariamente en mis compañeras y compañeros de los clubs de lectura). A ell@s y a tod@s vosotr@s os invito a recordar y hablar en los comentarios de la figura de alguna mujer excepcional, escritora, vinculada a la cultura o a cualquier otro ámbito, o de algún personaje literario femenino que os haya impactado, interesado o fascinado (en nuestro Diván de las Palabras hemos mencionado algunos, y sería un momento maravillosos para tecordarlos y compartirlos por escrito). Tanto personajes femeninos como escritoras de los que habléis pueden ser, por supuesto, de cualquier literatura, en cualquier lengua y de cualquier lugar (yo me he ceñido a mencionar por encima algunos de la literatura en castellano). Podéis subir vuestros comentarios a lo largo de todo el mes de marzo ( o cuando queráis... vamos, que no tiene por qué ser justo el día 8 de marzo).

Hoy va por ellas. Va por vosotras . Va por nosotras.

8 comentarios:

  1. Un gran artículo; es imposible resumir mejor una historia tan importante en un espacio tan breve. Un montón de nombres, de datos, de logros, de lucha...
    No me creo capaz de señalar a ninguna por encima de las demás; todas las que aparecen en el texto son una muestra de mujeres creativas, mujeres brillantes, mujeres sensibles, mujeres reivindicativas...en definitiva, personas que luchan por mejorar el mundo en el que viven.
    Estoy convencido, mis alumnos y alumnas son testigos de ello, de que el futuro es de las mujeres y con ello, afortunadamente, se nos presenta un mañana más esperanzador para todos.

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    1. Muchas gracias, Fernando! Una historia realmente importante que aún tiene por escribir páginas muy importantes... Ojalá...

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  2. Otro dato que a mí me gustaría señalar en este día reivindicativo y relacionado con la literatura es el hecho de que en la Real Academia de la Lengua Española, hay 46 sillones de los cuales únicamente siete estan ocupados por mujeres que son: Carmen Iglesias, Margarita Salas, Inés Fernández Ordóñez, Soledad Puértolas, Carme Riera y Aurora Egido y Clara Janés; aunque aquí no acaba todo de los trescientos años de antigüedad que tiene la Academia, solo tres mujeres más han conseguido ser Académicas y muy avanzado el siglo XX, estas fueron: Carmen Conde (1979), Elena Quiroga (1984) y Ana María Matute (1998). Algo significativo, aunque tristemente se da en otros muchos sectores de la sociedad, excepto en aquellos que estan relacionados con actividades de cuidado y asistencia a niños, mayores o enfermos, en el que casi rozamos el pleno.

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    1. Efectivamente, ese es un dato más que elocuente. Y 1979 es antes de ayer, como quien dice. Ha costado mucho... y lo que queda.

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  3. Quiero resaltar como gran poetisa, narradora, dramaturga a Dulce Chacón, extremeña de Zafra, muerta con tan solo 49 años. Compromotetida socialmente con la defensa de los derechos de la mujer.
    Recomiendo dos de sus libros, "Algún amor que mate", en el que nos cuenta la historia de una mujer maltratada por su marido, y "La voz dormida" basada en testimonios de mujeres que sufrieron la represión franquista.
    Magníficos los dos libros, con un estilo muy particular.

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  4. "Algún amor que no mate"*

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  5. “Frases de Algún amor que no mate

    Qué hacer cuando sólo se desea morir. Prudencia deseaba morir. La vida era para ella una sucesión de días idénticos. Los consumía como si fueran pequeñas dosis de una muerte pequeña. Ella sólo quería morir. Morir de una sola vez.

    Frases de suicida

    Prudencia cometió un error. Y los errores se pagan. Creyó que su vida era la de su marido y, cuando quiso darse cuenta, el marido tenía su vida y ella no tenía la propia. Todo lo hacía calculando si a él le gustaría y jamás se preguntó qué le gustaba a ella.

    Frases de morir de amor

    Cuando hay que pedir amor todo está perdido. El amor no se pide, el amor se da. Prudencia lo supo al preguntar a su marido por primera vez si la quería. Estaban en la cama y ella se acercó, ofreciéndose. ¿Me quieres? Esas cosas no se preguntan, le respondió, déjame dormir, nenita. Ella no sabía si esa respuesta quería decir sí o no. Dime que me quieres, le pidió. Y él le acarició la mejilla, la miró a los ojos y sonrió: ¡Claro!, le dijo, y cuando ella empezó a sonreír, añadió: ¡A veces! Y enseguida se quedó dormido y empezó a roncar. Prudencia se levantó, se fue a la cocina, se bebió una copita de anís y se comió una tableta entera de chocolate. Con ansia. Nunca más preguntó, nunca más pidió, nunca más se ofreció.

    Frases de verdadero amor”

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  6. Muy elocuentes de lo que ha sido (y es) la situación de tantas mujeres...

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